“Desde que recuperé mi identidad y empecé a militar le encontré un sentido diferente a la vida”

Victoria Montenegro es hija de Hilda Ramona Torres y Roque Orlando Montenegro, ambos militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) asesinados durante la última dictadura cívico-militar argentina en los lamentablemente comunes “vuelos de la muerte”.

Victoria, con tan solo trece días de vida, fue apropiada por la misma persona que le dio muerte a sus padres biológicos. El coronel Hernán Antonio Tetzlaff, no se encargó solo de su crianza sino que también fue conocido por estar a cargo del centro clandestino de detención "El Vesubio", Batallón de Artillería, Logística 10 sección política de Villa Martelli.

“Tengo la suerte de ser una de las nietas restituidas por Abuelas. Si bien es dolorosa la historia de mis padres, recuperar la identidad para un hijo de desaparecidos es algo realmente muy hermoso, algo liberador, que te da la posibilidad de ´nacer de nuevo´. A partir de la verdad podemos reconstruir nuestra identidad y reencontrarnos todos los días”.

Victoria recuerda su infancia en manos apropiadoras. “Hernán era alemán, su mujer rubia y yo soy morocha. A pesar de eso nunca tuve dudas de ser su hija. De hecho, hice mío todo su discurso de la lucha contra la subversión y sobre la ´gran mentira de los desaparecidos´".

“Como toda hija, estaba enamorada de mi papá, en realidad mi apropiador, y como él tenía los ojos verdes, yo de muy chica nadaba en la pileta con los ojos abiertos para que se me aclaraban. Era común también soñar con amanecer siendo rubia”.

Ya mayor de edad y con tres hijos, quien llevó el nombre de María Sol en su documento nacional de identidad desde el 28 de mayo de 1976, pudo recuperar su verdadera identidad gracias a una denuncia realizada por Abuelas de Plaza de Mayo.

“Cuando veo por primera vez la foto de mi verdadero padre me puse a llorar. ¡Esa persona no podía ser padre de nadie!. Tenía el pelo largo, barba y pantalones Oxford. Yo había sido criada por un soldado rubio de dos metros al que todos le hacían la venia. ´Eso´ no era un padre”.

“Gustavo, mi marido fue quien más me acompañó. Él podía ver lo que yo no, ¡la mentira!. Yo sentía un odio muy grande por las Abuelas y no quería saber absolutamente nada de ellas. Recuerdo que la primera vez que tuve que ir a verlas puse como condición que no estuviera Estela de Carlotto”.

El grupo de psicólogos de Abuelas la ayudó a transitar el difícil camino que la llevaría a la verdad: “Lo que hace Abuelas es increíble. El respeto y la paciencia para esperar el tiempo que uno necesita para acercarse. Cada nieto recorre su camino particular pero ahí estamos nosotros también para colaborar”.

“A veces es tan grande la mentira... Vivís en un mundo tan cerrado que no sabés lo que hay del otro lado. El otro lado no existe porque no lo conocés porque no está ahí acompañándote para poder romper esa barrera”.

Ya pensando en el futuro, la actual candidata a Diputada Nacional por el Frente para la Victoria reflexiona: “Creo que los argentinos tenemos un problema con respecto a nuestra identidad como nación y cuál es el significado real de la palabra ´patria´. Nos han lavado tanto el cerebro durante tantas décadas… Tenemos tan naturalizado lo que en realidad no es natural. Estamos viviendo un momento histórico, estamos viviendo el período democrático más largo de nuestra historia. Por primera vez tenemos un Estado que nos convoca y nos hace protagonista”.

“Desde que recuperé mi identidad y empecé a militar le encontré un sentido diferente a la vida. Pude ver que el horizonte se aleja automáticamente mientras avanzamos y que siempre hay que ir por más. Eso te hace mucho más fuerte. La palabra más hermosa que descubrí fue ´compañero´”.

 

Foto: Lautaro Federico Hamra.

*Nota publicada en la edición Septiembre 2013 del periódico Con Información.